Estamos presenciando una acelerada carrera tecnológica en la que las empresas acumulan soluciones de seguridad sin una visión integral. No entienden que el futuro de la ciberseguridad está en los procesos.
Este enfoque fragmentado genera un ruido ensordecedor. Los equipos de seguridad reciben miles de alertas cada día, pero dedican hasta el 70 % de su tiempo a perseguir fantasmas en lugar de abordar amenazas reales.
El verdadero reto ya no es detectar más, sino detectar mejor. Aportando contexto y significado a las alertas.
Este problema tiene su origen en una visión de la ciberseguridad como una capa adicional, y no como componente nativo de los procesos empresariales.
Las herramientas operan de forma aislada, generando alertas descontextualizadas. Mismas que dificultan a los analistas a distinguir eficazmente entre incidentes genuinos y eventos benignos.
La inteligencia artificial y la automatización, si no se orquestan dentro de un marco estructurado de procesos, sólo son asistentes en espera. Y deberían ser aceleradores de valor.
Por lo tanto, el futuro de la ciberseguridad podría venir de nuestra capacidad para integrar la inteligencia artificial y la automatización en el núcleo de los procesos.
Cuando la seguridad se diseña como parte integral del flujo de trabajo, se beneficia necesariamente del contexto del negocio. Así como de la gobernanza de datos en tiempo real y de los puntos de control humano cuando son necesarios.
Este enfoque basado en procesos transforma radicalmente la eficiencia operativa.
En lugar de generar alertas aisladas, estos sistemas integrados en los procesos pueden evaluar los riesgosen función de la criticidad del negocio. Pero también de la exposición del sistema y el historial de comportamiento.
Hemos observado reducciones del 60 al 80 % en los falsos positivos cuando la detección se enriquece con el contexto del proceso.
Así, el analista ya no recibe una alerta sin procesar sobre una dirección IP sospechosa. Sino una evaluación contextualizada que indica de inmediato si esa dirección IP está accediendo a sistemas críticos, en qué contexto y con qué nivel de riesgo real.
El futuro de la ciberseguridad reside en su capacidad de anticiparse y adaptarse, en lugar de simplemente reaccionar.
Los procesos orquestados permiten una detección más eficaz, y también crean resiliencia organizacional. Donde cada componente —humano, tecnológico y organizacional— contribuye a la seguridad colectiva.
Esta visión sistémica del futuro de la ciberseguridad se apoya en varias palancas de eficiencia. La trazabilidad completa de las acciones de seguridad para facilitar auditorías y cumplimiento normativo.
La automatización inteligente de respuestas graduadas según la criticidad de los incidentes. Y, sobre todo, la capacidad de evolucionar rápidamente frente a nuevas amenazas.
En un contexto donde los atacantes explotan vulnerabilidades a los pocos días de su publicación, la capacidad de adaptación se vuelve más crítica que la potencia de detección bruta.
Por Andrew Cunje, CISO de Appian