Por Flor López, directora de HP Guadalajara
Después de más de dos años desde que inició la pandemia, una de las lecciones más importantes que hemos obtenido es que no estábamos preparados para la magnitud de un evento global como este.
Lo anterior se ha visto reflejado en los impactos que ha tenido en sectores como el de la educación, donde miles de escuelas tuvieron que redefinir sus esquemas de enseñanza ante la necesidad de impartir clases a distancia, afectando directamente el ritmo de estudio de más de mil 600 millones de alumnos a nivel global.
La crisis del COVID-19 obligó a la comunidad educativa mundial a aprender lecciones críticas, pero también destacó que la transformación y la innovación son posibles.
A pesar de algunas deficiencias que se evidenciaron en las iniciativas de aprendizaje a distancia, hemos sido testigos de una innovación crucial: la educación remota e híbrida, que se convirtió en una necesidad cuando golpeó la pandemia.
Esta tiene el potencial de transformar el futuro del aprendizaje si se fortalece mejor la tecnología para complementar a maestros y alumnos; sin embargo, esto no será posible si no cerramos la brecha digital.
Para resolver esta problemática, no basta con solo repartir computadoras a los estudiantes (aunque sí es una buena forma de empezar), también es importante poner en práctica modalidades educativas mixtas que prioricen el uso de herramientas tecnológicas para estudiar y hacer tareas.
De acuerdo con una reciente investigación de D2L, el 92 % de los educadores en nuestro país concuerda en que este tipo de modelos ofrecen más beneficios que las clases presenciales.
No obstante, debemos recordar que nuestro país enfrenta retos significativos para entrar de lleno al mundo de la educación virtual.
De acuerdo con el estudio de D2L, se reveló que las principales preocupaciones de los maestros en México tienen que ver con que sus alumnos no cuenten con una conexión estable a internet (51 %), la carencia de la infraestructura correcta para las clases a distancia (35 %) y la ausencia de habilidades digitales (30 %).
Ante esta situación, la mejor apuesta la encontramos en la transformación de las aulas y los espacios educativos para adaptarse a un panorama donde la flexibilidad es clave para el progreso de los estudiantes.
La mejor forma de impulsar las aulas hacia el futuro es entendiendo que, en el contexto global en el que actualmente vivimos, la tecnología deja de ser solo un lujo y se convierte en una verdadera aliada para la pedagogía.
Por ello, resulta crucial equipar a cada escuela con centros tecnológicos que favorezcan un estilo de educación versátil y multifuncional para que los alumnos puedan ser más competitivos.
De igual forma, las instituciones del sector deben invertir en la implementación de cursos a favor del desarrollo de habilidades digitales, las cuales han demostrado ser de enorme relevancia en un mercado laboral en constante transformación como el nuestro.
Por último, es importante que los docentes despierten el interés de los estudiantes hacia la tecnología y los ayuden a ver que, más allá de ser una herramienta para facilitar nuestras actividades del día a día, es facilitadora para hacer las cosas de forma diferente y de manera mucho más creativa.