El robo de identidad es un delito que en los últimos años ha crecido de forma exponencial, afectando no sólo a los usuarios sino también la reputación de las empresas. Según datos de la Comisión Nacional para la Protección y Defensa de los Usuarios de Servicios Financieros (CONDUSEF), el número de reclamaciones por posible robo de identidad creció durante la pandemia un promedio de 11%.
Aunque este delito se registra en todo el país de forma generalizada, aún no se encuentra tipificado a escala federal. De acuerdo con el Senado de la República, actualmente más del 50% de las entidades del país cuentan con un marco jurídico local donde se tiene tipificado este delito; sin embargo, las sanciones varían, tanto en las penas de privación de la libertad como en las multas económicas.
Tan solo durante el 2022, la misma CONDUSEF alertó que se registraron más de 16 mil robos de identidad, lo cual pone en desventaja a las empresas, ya que se estima que solamente el 23% cuenta con un plan de respuesta para inhibir este tipo de ataques.
Primero pasos
Actualmente en el país, en materia de ciberseguridad, se encuentran más de una decena de iniciativas en espera de ser aprobadas por el Congreso de la Unión; entre ellas una que contempla incorporar al Código Penal Federal el concepto de delito de robo de identidad.
Además de las iniciativas, para inhibir la usurpación de identidad, es viable la creación de una dependencia especializada que conozca a detalle el tema a fin de atender de forma más puntual, con personal capacitado, delitos como el robo y secuestro de datos o suplantación de identidad.
Pero que al mismo tiempo cuenten con herramientas que les permitan blindarse cuando un tercero busca cometer un fraude con información falsificada o robada. En ese sentido, agrega, que las empresas de reciente creación y las compañías pequeñas son las más vulnerables, pues muchas veces no cuentan con este tipo de estrategias o los fundadores desconocen el impacto que estas acciones pueden tener en su organización que van desde problemas financieros, hasta reputacionales o legales.
Un nuevo impulso para la economía digital
Finalmente, Robledo explicó que una regulación para combatir el robo de identidad favorece a todo el ecosistema digital, debido a que la acelerada adopción de nuevos modelos de negocio tecnológicos ha obligado a las empresas a replantear sus estrategias para proteger sus operaciones y su reputación de posibles amenazas.