La implementación de aranceles, advertida por Donald Trump con semanas de antelación se esperaba que no fuera una medida universal, sino a sectores específicos.
Sin embargo, la medida se confirmó y su impacto se prevé significativo, afectando directamente el crecimiento económico. Así como el empleo, la inversión extranjera y la estabilidad del peso mexicano.
México es el principal socio comercial de Estados Unidos, con más del 80 % de sus exportaciones dirigidas a este territorio.
Entre los sectores más afectados están la manufactura automotriz, la electrónica y el acero. Pero también están la industria alimentaria y las bebidas alcohólicas impactadas por el nuevo impuesto.
Según cifras de la Secretaría de Economía, solamente la industria automotriz y electrónica representaron en 2023 exportaciones por más de 200 mil millones de dólares. Casi la mitad del total de las ventas mexicanas a EE.UU.
En defensa de la economía contra los aranceles
La presidenta Claudia Sheinbaum ha declarado en múltiples mañaneras que México tiene que ser respetado. Pero también anunció que su gobierno responderá con medidas comerciales que se darán a conocer el próximo 9 de marzo.
Expertos advierten que los efectos de estos aranceles podrían llevar a México a una recesión.
“Es un golpe severo para la economía mexicana”. Aseguró Valeria Moy, directora del Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO) en entrevista para la BBC.
Un análisis de la consultora Standard and Poor’s estima que la medida afectará la estabilidad del país, generando pérdida de empleo e inflación. Además de una posible desaceleración económica.
A la par, la incertidumbre generada por la política comercial estadounidense podría afectar la inversión extranjera directa en México y frenar el Plan México.
Sumado a que la continuidad del T-MEC se ve amenazada por las tensiones comerciales derivadas de la entrada en vigor de los nuevos aranceles.
El futuro económico de México podría depender de la duración y alcance de estos aranceles pues si son temporales, su impacto podría ser controlable. Sin embargo, si se prolongan por un año o más, podrían alterar significativamente la relación comercial entre ambas naciones.
Eso sin contar que empresas de ambos lados de la frontera podrían verse obligadas a reducir su producción. O incluso cerrar operaciones debido al aumento de costos.
La respuesta del gobierno mexicano y las negociaciones con EE.UU. en las próximas semanas serán determinantes para el futuro de la economía del país.
Por Judith Moreno/NotiPress