En el ecosistema de la seguridad digital actual persiste una realidad: el factor humano continúa siendo el eslabón más vulnerable de la seguridad.
Las decisiones cotidianas de los empleados, desde el CEO hasta el personal de apoyo, son las que determinan la fortaleza de las herramientas de protección implementadas.
Así, en cualquier estrategia de seguridad digital que aspire a ser efectiva, la probabilidad de errores humanos no es un factor que deba dejarse de lado. Por el contrario, deberá ser el centro mismo sobre el cual debe construirse todo plan de resiliencia cibernética.
La falta de conocimiento constituye el primer gran obstáculo. Muchos colaboradores operan en entornos digitales complejos sin comprender los fundamentos básicos de las amenazas.
Este desconocimiento se ve agravado por una falsa sensación de seguridad que permea todos los niveles organizacionales. Donde prevalece la mentalidad del ‘a mí no me va a pasar’.
Simultáneamente, existe una delegación de la responsabilidad hacia el área de TI. Asumiendo erróneamente que mantiene un control sobre cada interacción digital y cada endpoint de la red.
Esta combinación de factores conduce a una subestimación de los potenciales riesgos.
Donde empleados de todos los rangos minimizan las consecuencias que un simple error humano puede desencadenar. Ignorando que los ciberdelincuentes han refinado sus técnicas precisamente para explotar estas vulnerabilidades que ningún firewall puede proteger.
Acciones a tomar para minimizar riesgos en seguridad digital
Las primeras líneas a fortalecer en el ecosistema de ciberseguridad organizacional es la educación y el entrenamiento del elemento humano.
La formación debe adoptar un enfoque constante. Integrado en la cultura corporativa mediante actualizaciones periódicas que reflejen el panorama cambiante de las amenazas digitales.
Las sesiones educativas deben abordar un espectro completo de conocimientos prácticos:
Desde estrategias para identificar intentos de phishing, hasta implementar protocolos de gestión de contraseñas. Reconocer las señales de alerta temprana de ransomware y malware; aplicar medidas rigurosas de privacidad y protección de datos.
Así como adaptar prácticas de trabajo remoto que no comprometan la seguridad corporativa.
También, pueden realizar ejercicios prácticos como simulaciones controladas de phishing para experimentar en un entorno seguro los mecanismos reales de los ciberataques. Desarrollando así una intuición que ningún manual puede proporcionar.
Además de adoptar soluciones tecnológicas que permitan generar barreras como es la de Zero Trust.
Con este enfoque se adopta el principio más riguroso de ‘nunca confiar, siempre verificar’. Donde cada dispositivo y usuario son sometidos a una verificación continua, independientemente de su ubicación física o virtual dentro del ecosistema corporativo.
Mediante la autenticación multifactorial, este modelo establece barreras que bloquean automáticamente el acceso a dispositivos con comportamientos anómalos.
Esta solución reduce la superficie de ataque potencial sin introducir fricciones en la experiencia de usuario final, equilibrando la seguridad con la fluidez operativa.
Un verdadero cambio comienza cuando el liderazgo ejecutivo materializa su compromiso con la seguridad digital en inversiones. Así como en priorización de iniciativas y comportamiento cotidiano, generando conciencia hasta el último eslabón de la cadena organizacional.
Al mismo tiempo, crea entornos donde la comunicación abierta y transparente sobre incidentes de seguridad se convierte en norma, no excepción.
Donde los colaboradores reportan inmediatamente actividades sospechosas sabiendo que cada alerta, incluso las falsas, fortalece el perímetro defensivo colectivo.
Una cultura de ciberseguridad robusta mitiga riesgos técnicos. También genera un activo intangible: una conciencia colectiva de que la seguridad no es responsabilidad exclusiva del departamento tecnológico.
Sino compromiso de cada integrante que forma parte de la organización corporativa.
Por Adrián Mata, VP Cybersecurity T-Systems México