Actualmente las personas estamos bajo un gran ola de información que busca captar la atención de la audiencia, ya sea mediante noticias, videos, fotos u otro tipo de contenido. Por ello Eset se ha dedicado a identificar y analizar dicha problemática para distinguir entre los datos reales y los falsos. Un ejemplo de ello es el conflicto bélico en Ucrania, la cual se ha documentado en fotos y video en redes sociales, de hecho se ha denominado como la “primera guerra TikTok”.
Así las redes sociales pasaron de mostrar bailes a difundir escenas del conflicto y llamados de apoyo humanitario, ya que se trata de plataformas abiertas, estas redes se han convertido en un campo de batalla digital para influir a millones de personas. De acuerdo con un estudio del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) que analizó las noticias compartidas en Twitter, la información falsa tiene un alcance más amplio y es 70% más probable que sea compartida.
En este sentido, un factor importante es el sesgo cognitivo, que nos permite recordar procesos previamente aprendidos y reconocer situaciones familiares pero también nos hace más susceptibles ante atajos mentales y puntos ciegos. Así en línea se presenta una realidad filtrada, construida por un algoritmo que da forma a las circunstancias virtuales de cada persona y la alimenta con validación, con ello surgen usuarios que causan estragos con sus comentarios.
Estos “supercontagiadores” pueden ser personas comunes que aprovechan el anonimato de internet o profesionales que generan ganancias manipulando la opinión pública perturbando los procesos sociales y políticos. De acuerdo con investigadores de Oxford, tanto empresas privadas como dependencias de gobierno administran “tropas cibernéticas organizadas” que contemplan trolls y bots los cuales se usan para manipular dicha opinión.
En algún momento, todas las redes han sido criticadas por su forma de actuar ante contenido engañoso, por ello algunos gobiernos solicitan una mayor responsabilidad e incluso han aparecido iniciativas para regular la difusión de estas noticias falsas. Si bien existen plataformas de verificación de hechos, investigando y evaluando la calidad de la información en línea, estas también tienen sus limitaciones e incluso pueden ser desacreditadas.