Hace apenas unos meses, la conversación cambiaria en México parecía girar en torno a una posible depreciación estructural del peso frente al dólar.
Con la imposición de aranceles por parte de EE.UU. y el endurecimiento del comercio bilateral, la expectativa era clara: el tipo de cambio superaría las 21 unidades.
Sin embargo, los mercados decidieron cambiar el giro repentinamente. Para la jornada del 9 de junio el peso alcanzó las $19.05 unidades por dólar, su nivel más bajo desde agosto de 2024.
Lo que sorprendió a los analistas y operadores fue el contexto:
Esta recuperación ocurrió en medio de presiones externas, una baja calificación crediticia de Estados Unidos y señales claras de desaceleración global.
¿Qué está impulsando esta apreciación del peso?
El repunte reciente tiene raíces tanto estructurales como coyunturales. No sólo es una cuestión de confianza en la moneda mexicana, también de debilidades visibles en el dólar estadounidense.
- La presión de Moody’s
El dólar sufrió una caída acumulada de 7.28 % en lo que va del año, según el Bloomberg Dollar Spot Index.
Este debilitamiento responde en gran parte a la rebaja de la calificación crediticia de Estados Unidos por parte de Moody’s. En abril degradó la deuda soberana de Estados Unidos de Aaa a Aa1, citando un ‘deterioro fiscal estructural’ y una falta de voluntad política para implementar medidas correctivas sostenidas.
“Cuando una economía como la de Estados Unidos es percibida como menos solvente por agencias como Moody’s, el impacto no se queda en los bonos: el dólar mismo se ve afectado, y monedas como el peso pueden capitalizar esa debilidad”, explica Octavio Pozos, cofundador de Blue Whale Markets.
- El atractivo del carry trade
Otro motor clave de la apreciación ha sido el atractivo del peso como instrumento de carry trade. Actualmente, México mantiene una de las tasas de interés más altas del mundo emergente: 8.50 %, frente a un rango de 4.25 %- 4.50 % en EE.UU.
Esta brecha convierte al peso en un activo rentable para los inversionistas que financian posiciones en dólares baratos para luego colocarlos en pesos mexicanos. Generando rendimiento a través de la diferencia de tasas.
“No se trata de amor al peso, se trata de rendimiento. Mientras esa tasa se mantenga elevada y sin un deterioro macroeconómico abrupto, el peso seguirá siendo un destino lógico para flujos especulativos”, advirtió Iñaki Martínez, director de Wall Street Funded.
¿Es sostenible esta tendencia del peso?
Aquí es donde entra la cautela. Si bien los fundamentos que respaldan al peso son claros, el contexto externo exige no perder de vista el riesgo.
Primero por la guerra comercial de EE.UU., la cual mantiene en constante tensión a los mercados y siempre tiene potencial de escalar.
Los aranceles impuestos por la administración Trump afectan sectores clave como el automotriz y el agroalimentario. Lo que eventualmente impactará a la balanza comercial, inversión y empleo.
El pronóstico de crecimiento económico nulo implica que cualquier ‘shock’ externo genera posibles efectos amplificados. Tales como una desaceleración global, una caída en remesas o un ajuste de tasas en EE.UU. La resiliencia del peso no será infinita ante un PIB estancado.
Los factores de la coyuntura electoral en México también inyectan una dosis extra de volatilidad en las decisiones de inversión. Los procesos electorales siempre generan especulación y cualquier circunstancia que se presente de forma abrupta podría revertir la confianza actual.
“El tipo de cambio es, en esencia, un termómetro de confianza. Hoy, los flujos lo favorecen, pero basta una señal contraria como un dato de empleo débil, una encuesta desfavorable o una reacción geopolítica, para que el capital salga tan rápido como entró”, señaló Martínez.
Mientras Pozos añadió:
“Técnicamente, el ‘súper peso’ aún no está de regreso. Para hablar de un regreso real, se necesitaría ver al peso cotizando por debajo de 18 unidades por dólar de forma sostenida, con fundamentos estructurales claros y sin depender de la debilidad externa de otras monedas. Pero tampoco estamos frente a un espejismo: el peso mexicano ha ganado respeto en los mercados internacionales y ha demostrado que puede responder con fuerza cuando las condiciones globales lo permiten”.
El llamado, entonces, es a la mesura. Los exportadores podrían aprovechar esta ventana para cubrir posiciones, los importadores para planear compras, y los inversionistas para revaluar su exposición.
Pero nadie, ni analistas, ni empresas, debería perder de vista que, en el mundo financiero, nada es permanente.