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Juan Luis Tron: carisma, liderazgo y apasionado del América… ¡ódiame más!

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Por: Victor Chavez

15 enero, 2023

Juan Luis Tron es todo un personaje en la industria de las Tecnologías de la Información y Comunicación. No solamente por su larga trayectoria, donde desde hace 18 años es la cara de Tripp Lite en México, sino por el conocimiento que comparte en las charlas, conferencias y hasta sobremesas donde es invitado a participar.

Enamorado del deporte desde niño, Juan Luis jugó prácticamente de todo: fútbol americano, basquetbol, voleibol, tenis, squash y por supuesto fútbol, del cual es aficionado de ‘hueso colorado’ y -como el mismo lo dice- orgullosamente americanista.

Reseller (R).- ¿Cómo eras en la niñez y adolescencia?

Juan Luis Tron (J.L.T.).- Hacía mucho deporte; nos encantaba el deporte, era una locura: Todo lo que te imagines de deporte lo practicamos y nos divertimos muchísimo; y ahí conoces a mucha gente de muchas escuelas. Fue muy padre y muy divertido. También en la universidad; incluso jugué en el llano y nos surtían a patadas ¡sabroso!

En un país tan futbolero como el nuestro, jugar futbol era esencial. También jugué basquetbol, voleibol, competí en salto de altura, de longitud, lanzamiento de todo… También jugué tenis, squash, en fin… Cuando te gustan los deportes tienes cierta facilidad, se van dando todos. Hasta que llegó un momento en que las rodillas dijeron se acabó, ya no puede más y se terminó.

En la escuela, en general iba bien; no era de diplomas, pero mi promedio era razonablemente bueno. Reprobar siempre era un problema. Solo un mal año reprobé, cuando me sacan de la escuela porque ‘tuve a bien’ de mentarle la madre a dos profesores y pagar el precio de hacerlo.

Por parte de mis papás, tuve 5 hermanos, y tres más de mi mamá. Yo soy el segundo de la lista, por lo que me tocó la apertura de todo: primeras salidas, primeras jarras, los regaños, todo… Mi padre falleció relativamente joven; yo tenía 26 años y fue algo difícil, pero una vez que lo pasamos fue todo bien.

R.- ¿Qué estudiaste?

J.L.T.- Toda la vida quise estudiar Derecho, tal vez quería ser ‘grillo’. Venía de una familia donde el abuelo era el especialista real de México en ese momento, en derecho marítimo, y me latía mucho esa rama. Un tío también era fregón en esa disciplina. A la fecha, los que siguieron ese camino son muy famosos en esa parte de la familia.

Pero a mi hermana se le ocurrió estudiar ingeniería cibernética y yo comencé a ver que le iba de maravilla, y en quinto de prepa decidí escoger también esa carrera. Estudié en la Universidad La Salle; éramos de las primeras generaciones en cursar esa carrera y fue fenomenal, totalmente nuevo.

Tuve algunos problemas, ya sabe, a veces el temperamento y el carácter no ayudan mucho. Cuando entré era una demanda brutal por la carrera. Hubo un propedeútico de muchísimo aspirante y solo entramos la mitad. Formaron  un salón de 120 alumnos, pero para finales del segundo semestre se fue la mitad, y así, poco a poco fueron desertando hasta que terminé la carrera.

R.- ¿Cómo fueron tus inicios en la industria?

J.L.T.- Un amigo del mismo salón entró a trabajar a Afianzadora Insurgentes que era la número 1 en ese entonces; después me pasé con el profesor Ulises Castillo, que también es toda una institución en la industria, mi jefe, mi amigo…

De ahí comencé con las PCs, con los primeros sistemas, las primeras redes; hasta que me separo y pongo mi negocio Redes de Micros, me asocio con Acer y lo demás es historia conocida.

De los 34 años de vida que Tripp Lite lleva en México, yo llevo más de la mitad (18) y ahora,  en Tripp Lite by Eaton.

R.- ¿Cómo iniciaste como conferencista?

J.L.T.- Cuando comencé como canal de distribución como tal y me asocio con la gente de Acer, tenía dos broncas gigantescas: una era hablar en público y la otra era volar en avión. Odiaba los aviones, tenía miedo y a la fecha soy el que sube al final; entre menos tiempo pase en el avión mejor. Pero lo enfrenté. Me fui de gira a 15 ciudades y ahí me enfrente a esos dos miedos, aunque me sigo poniendo nervios, sudo, toso, en fin.

Lo que sí noté es que las pláticas que se daban en las giras, la mayoría de veces terminaban siendo muy repetitivas y aburridas pues sólo se hablaba de características de productos, del gran corporativo en el que estás y de los millones de dólares que vendes, por lo que era necesario salirse un poco de lo cotidiano. Entonces, comencé a pensar en qué otra cosa podíamos platicar de la industria, me pidieron que platicáramos de política y otros temas.

En las convenciones se tenía que tener 20 horas sentados a los asistentes y había que hacerlo interesante, por lo que ahí se comenzó a dar.

Mucho de lo que platico en las conferencias es de lo que me van platicando los amigos, lo que está pasando en la industria, por eso es tan importante conocer face to face a los reales protagonistas de este asunto. Nosotros como marca o fabricantes somos un pedacito pero ellos son los que viven la industria, los que te hacen, los que te mueven, los que te promueven, los que te ayudan; los que pueden hacer una marca o matarla.

R.- ¿Qué te ha dejado la industria de TI?

J.L.T.- Es muy emocionante vivir en una industria tan cambiante; sin embargo, a mi me tocó ver crecer esta industria. Éramos unos chamacos imberbes; unos locos tratando de hacer mundo e historia: el lograr que tus productos estén en todas partes te va dando un cúmulo de gente conocida.

Finalmente, el cariño de tanta gente que afortunadamente he logrado tener, además de lograr permanencia en una industria para la que, si tú te fijas, los directores son desechables. Es una mentada de madre (sic) para mis amigos directores que están dos o tres años en una posición y después, adiós. Es todo un reto durar muchos años en una industria tan competida, tan loca…pero siempre hay que dar resultados porque si no, te dan las gracias.

Me ha tocado ver grandes, gigantes de esta industria desaparecer; algunos irse hasta el bote. ¡Grandes escándalos! En fin, al final lo único que predomina en una industria es el cambio, o te adaptas o te mueres.

R.- ¿Cuándo inició tu pasión por el América?

J.L.T.- A mí me es igual que me mienten la madre ¡Yo le voy al América! Desde muy chavito decidí irle porque el primer partido al que me llevaron, como a los 7 años, al Azteca, era de Los Tiburones contra Los Cremas, y en ese momento mi primer equipo de un día fueron Los Tiburones; pero en ese partido ganaron Los Cremas, quienes se volvieron las águilas del América después.

Con mi hijo, por ejemplo, se me ocurrió una vez llevarlo con mi amigo de Monterrey, Oscarito Treviño, quien nos invitó a su palco y mi hijo se enamoró de la ciudad y es Rayado, cuando en mi casa solo hay un equipo que es el América, por lo que casi está fuera de la casa (risas).

Me tocó toda la época de los ochentas del América, campeones y las tranquizas contra las Chivas, y eso despertó mucha pasión, por eso fui mucho al estadio; con la chamba ya era más difícil pero sí me gusta ir, a que nos mienten la madre, nos avienten chela; o alguna otra cosa. Todo eso nos ha tocado con la diversión de ir al estadio.

R.- ¿Qué más te gusta hacer en tus tiempos libres?

J.L.T.- Me gusta mucho salir a comer, eso siempre es divertido. Ver una buena película, también. Al ser una familia muy grande, con ocho hermanos, somos medio muéganos. Otra de las cosas que disfruto es salir con el grupo de amigos, viajar.

R.- Compártenos alguna anécdota que te haya ocurrido en la industria

J.L.T.-Alguna vez, entregando unos premios, se le pasó a una de las niñas que me ayudaba el nombre de uno de los ganadores; era uno de los más viejos y representativos. Pero era un personaje egocéntrico, muy querido mío. Es más, ya lo puedo decir, en paz descanse… era Javier Vargas.

Y por este detalle estaba furioso porque decía que a todos les habían dado premios y al él no. Y se lo dimos como un reconocimiento especial. Afortunadamente, fue un error que  pudimos remediar. Pero de todos los errores debes de aprender y dejarlos pasar, porque hay genet que se queda con eso y se destruye la vida.

R.- ¿Cuál es el mayor aprendizaje que has tenido hasta ahora?

J.L.T.- Cuando estaba chavo me propuse claramente: me voy a casar cuando tenga esto, cuando pueda tener una casa, un coche, estabilidad económica, etcétera. Y con los años vas cambiando y de ser muy impulsivo para muchas cosas, también te vuelves más receptivo, y vives intensamente en la parte de los sentimientos porque afloran con mayor facilidad; y eso ya no te da pena.

Por ejemplo, ahora, si me ven llorar o reír ya no le doy tanta importancia. Pero nadie te puede enseñar a ser feliz porque es una decisión personal, no importan los buenos o los malos tragos; no importa si estás con la gente que más quieres, si te la quieres pasar mal, te la vas a pasar mal. Y no importa si estás con la gente que más detestas, si te la quieres pasar bien, lo vas a lograr.

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